Henrique Capriles Radonski
Gobernador de Miranda (2008-2017); candidato presidencial (2012, 2013)
Henrique Capriles Radonski, candidato unitario de la oposición venezolana, ha disputado al oficialismo chavista la Presidencia de la República en dos elecciones consecutivas, a caballo entre 2012 y 2013, que pueden ser vistas como un mismo y trepidante proceso, pero a doble vuelta y con diferentes contrincantes. En la primera ocasión, el 7 de octubre, Capriles se midió con el mismísimo Hugo Chávez, quien, con el cáncer a cuestas, le derrotó contundentemente con una ventaja de 1,6 millones de votos (el 55,1% contra el 44,3%). Entonces, Capriles reconoció al punto su derrota y felicitó al vencedor. Luego, el 14 de abril, se vio las caras con Nicolás Maduro, presidente encargado y sucesor designado por Chávez antes de morir en marzo. Esta vez, el opositor no ha aceptado los resultados oficiales, que le dan el 48,9% de los votos frente al 50,8% de Maduro; en términos absolutos, una diferencia de sólo 272.000 votos.
Dos veces alcalde de Baruta, desde 2008 gobernador del estado Miranda y dirigente de un partido, Primero Justicia, que se adscribe al centro humanista, Capriles es un abogado de 40 años con ascendiente judío y unos apellidos familiares anclados en la tradición empresarial. El programa del representante de la Mesa de la Unidad Democrática (una treintena de partidos de todas las tendencias) busca persuadir de que hay una alternativa sólida al modelo del socialismo bolivariano y que pasa por cambiar el talante del poder en democracia, superando el actual esquema de confrontación política y social, y por corregir los serios desequilibrios institucionales y económicos acumulados en los últimos 14 años. Consciente de que el chavismo basa su legitimidad ante las clases populares en sus políticas redistributivas de inclusión y equidad, Capriles ha multiplicado los guiños a los electores más humildes con unos compromisos de protección social inspirados en el Brasil de Lula.
A las elecciones de octubre de 2012, Capriles, arropado por una colorista escenografía de masas aunque con un estilo personal más bien sobrio y llano, acudió con un discurso libre de tonos agrios y sin sones de revancha. La estrategia se veía favorecida por un ambiente político y social menos tenso que en la década anterior, cuando la polarización entre chavistas y antichavistas discurrió con elevadas dosis de crispación y violencia. Eludió las incitaciones a la pendencia verbal de Chávez, quien le calificó de "burguesito" con nexos "fascistas" y que en un primer intento de ningunearlo le presentó como "la nada", mientras que desde los medios de comunicación públicos y afines al oficialismo era tachado de "marioneta" de la oligarquía nacional y de "agente sionista". En las semanas que siguieron a su derrota en las urnas, Capriles reclamó al Gobierno transparencia sobre el estado de salud de Chávez, y tras el fallecimiento de este sin llegar a jurar su cuarto mandato cuestionó la interpretación constitucional que permitió al vicepresidente Maduro pasar a ser presidente encargado a la vez que candidato en las nuevas elecciones presidenciales. Desde el 8 de marzo, día de su juramentación formal, Maduro era, advirtió Capriles, un "presidente espurio".
Aclamado nuevamente por la Unidad como su candidato presidencial, Capriles libró una segunda campaña con la mayoría de los sondeos desfavorables e intentando no quedar silenciado por la estridente movilización del chavismo, que buscó copar todos los espacios de difusión e inundar la calle con las muestras del culto póstumo a Chávez y los mensajes de defensa de las conquistas revolucionarias. Si en el otoño había apelado sobre todo a la reconciliación nacional y a normalizar la vida cotidiana de los venezolanos, afectada por la ola de delincuencia común, el crónico recalentamiento de los precios, la escasez de productos básicos (incluida la gasolina) y los cortes en el suministro eléctrico por falta de inversiones, ahora, el postulante opositor prefirió emplear un tono más combativo y agresivo: atacó personalmente a su adversario y presentó la liza con Maduro como una "cruzada" y una "lucha heroica y épica para derrotar la mentira".Como era de esperar, la campaña para las elecciones del 14 de abril se tensó sobremanera en su recta final al calor de las diatribas de Maduro y las advertencias de Capriles, que agitó el fantasma de un fraude incluso desde el mismo mecanismo de voto, que es electrónico.
Tras conocer los resultados que, con casi el 100% escrutado, le daban por perdedor por muy estrecho margen, el opositor denunció irregularidades, manifestó su "convicción" de que el ganador había sido él, reclamó al Consejo Nacional Electoral (CNE) que no proclamara presidente electo a Maduro hasta que no hubiera un recuento manual de los comprobantes de voto emitidos en papel y depositados en urnas, y llamó a sus seguidores a protestar en la calle para sostener esta impugnación. El CNE hizo caso omiso de las quejas y el mismo 15 de abril proclamó presidente electo a Maduro, quien responsabilizó a su oponente de los graves incidentes en los que murieron siete personas. En una atmósfera de fractura y antagonismo de impredecibles consecuencias, Maduro y Capriles se enzarzaron en un crudo cruce de acusaciones, el primero comparando con el "golpismo" y con "Hitler" al segundo, y este llamando mandatario "ilegítimo" a aquel.
(Texto actualizado hasta abril 2013)
1. Abogado tributario y primer recorrido político en las filas del COPEI
2. Fundación de Primero Justicia, alcaldía de Baruta y singladura judicial
3. De la gobernación de Miranda a la candidatura unitaria de la oposición
4. El gran duelo electoral de 2012 con Chávez
5. Segundo intento en 2013 frente a Maduro: derrota oficial por la mínima y demanda del recuento de votos
1. Abogado tributario y primer recorrido político en las filas del COPEI
El aspirante a la Presidencia de Venezuela procede de un contexto familiar de empresarios y propietarios activos en múltiples ámbitos del sector privado. El padre, Henrique Capriles García, desciende de judíos sefardíes emigrados a finales del siglo XIX desde la vecina dependencia insular holandesa de Curazao; una de las ramas de la familia paterna, lejanamente emparentada con el político, regenta en la actualidad el Grupo Capriles, holding mediático que incluye periódicos, revistas, radios y portales de Internet. A mediados del siglo XX, don Henrique Capriles García, por contra, hizo fortuna en el ramo de la alimentación, primero como representante de la firma Kraft en Venezuela y luego como socio capitalista en numerosas marcas del mercado.
La madre, Mónica Cristina Radonski Bochenek, también tiene raíces judías, en su caso ashkenazíes: sus padres eran judíos ruso-polacos que consiguieron sobrevivir al exterminio nazi, del cual fueron víctimas varios de sus ascendientes. Una vez establecidos en Venezuela al cabo de la Segunda Guerra Mundial, los Radonski montaron un negocio de salas de cine que muchos años después iba a dar lugar a la cadena de exhibidoras Cinex, la segunda más extensa del país, a su vez adquirida, precisamente, por el Grupo Capriles.
El niño Henrique, segundo de tres hermanos, fue bautizado en el catolicismo, fe a la que se habían convertido los Capriles, y la boyante economía familiar le brindó acceso a una esmerada instrucción escolar en centros del estado Miranda, integrado en el Gran Caracas. Cursó la primaria en el Colegio María Montessori de Santa Fe Norte y la secundaria en la casa académica Institutos Educacionales Asociados (IEA) de El Peñón, sitos ambos en el municipio mirandino de Baruta. Tras obtener el título de bachiller, inició la carrera de Derecho en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas. Su objetivo inmediato era formarse como abogado, aunque ya para entonces albergaba ambiciones en la política nacional.
Durante la carrera, coincidiendo con la segunda y turbulenta presidencia del líder adeco Carlos Andrés Pérez Rodríguez, Capriles se ejercitó en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT), donde trabajó de recaudador. En 1994 obtuvo el título de abogado, tras lo cual continuó en las aulas de la UCAB para especializarse en Derecho Económico. En los cuatro años siguientes el joven realizó cursos adicionales de posgrado en la International Tax Academy (ITA) del International Bureau of Fiscal Documentation (IBFD) de Ámsterdam, el Centro Interamericano de Administradores Tributarios (CIAT, del que es miembro el SENIAT, aunque en su caso recibió la docencia en Viterbo, Italia), y la neoyorkina Universidad de Columbia. Paralelamente, escribió el primer capítulo de su historial profesional como consultor jurídico del SENIAT y abogado en varios bufetes caraqueños. De manera esporádica, estuvo involucrado en los ramificados negocios familiares, sobre todo los de las empresas de los Radonski.
Sus primeros pasos en el terreno político se remontan a 1995, cuando la segunda presidencia del veterano dirigente conservador Rafael Caldera Rodríguez. El abogado empezó a familiarizarse con la actividad legislativa del Congreso de la República asesorando en la redacción de los proyectos de ley que pasaban por el despacho de su primo carnal Armando Capriles Capriles, diputado nacional del COPEI, el viejo partido socialcristiano fundado por Caldera.
En 1998 Capriles recibió de su pariente una invitación a la que respondió inmediatamente que sí: presentarse en las listas del COPEI a las elecciones legislativas que iban a tener lugar el 8 de noviembre de ese año. La circunscripción que le tocó defender, el estado petrolero de Zulia, era un bastión histórico de los socialcristianos, así que el abogado no lo tuvo muy difícil a pesar de ser un neófito en estas lides. Aunque él conquistó el escaño, los comicios fueron desfavorables para el COPEI, tercero tras la Acción Democrática (AD) y el Movimiento Quinta Republica (MVR); este último era el instrumento de la plataforma socialista bolivariana del ex teniente coronel Hugo Chávez Frías, quien poco después, en diciembre, arrolló en las presidenciales y asumió el Ejecutivo del país con un programa de transformaciones radicales.
El 23 de enero de 1999 el abogado inauguró su mandato legislativo convertido a sus 26 años en el más joven diputado de la Cámara. Por un inesperado cambalache de las fuerzas parlamentarias, Capriles fue investido al punto presidente del hemiciclo y por ende vicepresidente del Congreso, posición que de acuerdo con la Constitución de 1961 entonces vigente era la tercera del orden del poder político, por detrás del presidente del Senado y el presidente de la República. Según informa el portal ElPolítico.com, la designación del presidente de la Cámara de Diputados le correspondía al partido centrista Proyecto Venezuela (PV), cuyo líder era Henrique Salas Römer, aspirante presidencial recién batido por Chávez. Salas Römer se decantó por el desconocido debutante de la bancada copeyana siguiendo la recomendación de Gloria Lizarraga de Capriles, antigua alcaldesa de Baruta y la esposa de Luis Felipe Capriles Ayala, a su vez primo en segundo grado de Henrique Capriles sénior.
2. Fundación de Primero Justicia, alcaldía de Baruta y singladura judicial
Su sorprendente elección a principios de 1999 como vicepresidente del Congreso venezolano en sustitución del adeco Carmelo Lauría Lesseur proporcionó al veinteañero Capriles, pese a la brevedad del mandato, una notoriedad decisiva a la hora de dar su siguiente salto político. Prácticamente a las primeras de cambio, el representante de Zulia rompió con el COPEI, al que acusó de corrupción, pero no dispuso de mucho tiempo para lucirse en la Cámara baja porque la misma, junto con el Senado, entró en receso a finales de julio para no obstruir los trabajos de la recién electa Asamblea Nacional Constituyente (ANC), que siguiendo los designios de Chávez se proponía elaborar la Carta Magna de la flamante República Bolivariana de Venezuela. Al cabo de un mes, la propia ANC decretó el "cierre técnico" del Congreso bicameral, dejando a Capriles sin ocupación política formal.
Las inquietudes políticas del abogado no tardaron en aflorar. La proximidad de las "megaelecciones" –presidenciales, parlamentarias, estatales y municipales- del 30 de julio de 2000, en las que Chávez pensaba remachar su arrolladora conquista del poder bajo los símbolos de la V República le empujó a poner en marcha un partido político de corte centrista, Primero Justicia (PJ). Autodefinida como una formación humanista que abrazaba los valores de la justicia social, la solidaridad, la igualdad de oportunidades y la libertad del individuo, Primero Justicia era una empresa partidista en la que Capriles no estaba solo y que tampoco surgía de la nada. De hecho, era el resultado de ocho años de arduo activismo por parte de una asociación civil del mismo nombre creada en 1992 por un grupo de juristas de prestigio con el fin de promover reformas progresistas en el sistema judicial venezolano. En fechas más recientes, la Asociación Civil Primero Justicia, donde abundaban los abogados titulados en la UCAB, se había distinguido como inspiradora de buena parte del articulado de la Constitución Bolivariana relativo a los Derechos y Garantías (título III), y a la organización del Poder Judicial y el Sistema de Justicia (capítulo III del título V).
En el nuevo partido Capriles asumió la función de coordinador nacional adjunto a su colega de profesión Julio Borges Junyent, definido por tanto como la primera figura de la formación. Otro miembro de Primero Justicia en su etapa de asociación, el economista Leopoldo López Mendoza, completó el trío de rostros más visibles de los llamados justicieros. En su debut electoral, PJ ganó tres alcaldías, una en Anzoátegui y dos en Miranda, siendo estas dos Baruta, para Capriles, que se llevó la plaza con un contundente 62,7% de los votos, y Chacao, para López. En la Asamblea Nacional, el nuevo Parlamento unicameral de 165 miembros, el partido fue el séptimo más votado, con el 2,5% de los sufragios, y metió cinco diputados, entre ellos el coordinador general Borges.
Capriles debutó en el Ayuntamiento de Baruta, integrado en el Distrito Metropolitano de Caracas, con un programa enfocado en la mejora de la seguridad ciudadana y el desarrollo de las infraestructuras urbanas. Sin embargo, el paulatino endurecimiento de las críticas justicialistas al presidente Chávez, voceadas particularmente por Borges, tensaron las relaciones entre el alcalde y el Gobierno, mientras la sociedad venezolana se sumía en una aguda polarización política. El choque llegó el 12 de abril de 2002, al día siguiente de la confusa masacre de Puente Laguno en la capital y coincidiendo con la caída fugaz de Chávez por la retirada del apoyo del alto mando militar y la asunción del Gobierno golpista del empresario Pedro Carmona Estanga. En aquella turbulenta jornada, el edil baruteño se vio involucrado en el incidente del asedio violento de la Embajada de Cuba en Chuao -urbanización caraqueña que administrativamente pertenece al municipio mirandino- por opositores antichavistas azuzados por el bulo de que en el edificio se refugiaban el vicepresidente Diosdado Cabello Rondón y otros dirigentes del Gobierno depuesto.
El embajador, Germán Sánchez, intentó contactar con Capriles para ponerle al tanto de la situación y hacerle saber que como autoridad local estaba obligado a proteger la legación diplomática, si era necesario mandando intervenir a la Policía. Al cabo de un rato, no está claro –las versiones discrepan- si respondiendo al llamado del embajador o por propia iniciativa, Capriles se presentó en la Embajada y entabló con el representante cubano un diálogo que según algunos testigos fue cordial y estuvo orientado a deshacer el falso rumor de que allí se escondían líderes chavistas, aunque Sánchez más tarde aseguró que la actitud del alcalde no había contribuido a calmar a la turba del exterior. Por otro lado, la Policía Municipal de Baruta sí fue movilizada, pero para acatar, en las pocas horas que el empresario detentó el poder, las órdenes de Carmona. Así, efectivos de esta fuerza del orden, cuyo jefe legal era Capriles, arrestaron al ministro del Interior, Ramón Rodríguez Chacín, antes de ser liberado por el contragolpe chavista del 13 de abril.
Meses después de la reposición de Chávez, la Fiscalía General acusó a Capriles de dejación de obligaciones por no haber protegido el recinto diplomático y, peor aún, de haber violado las leyes internacionales al ingresar en la Embajada y solicitar su inspección sin el permiso del embajador. La defensa legal del imputado dilató las diligencias con sus argumentaciones exculpatorias, sobre que el alcalde había entrado en la Embajada de manera legal y con la única intención de mediar entre sus moradores y los manifestantes para evitar actos violentos. Sin embargo, el 16 de marzo de 2004 el Juzgado 40º de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, en respuesta a la solicitud del fiscal Danilo Anderson (quien meses después iba a ser asesinado por una trama criminal sin relación con este caso), emitió una orden de captura aduciendo riesgo de fuga.
El 11 de mayo, tras una ocultación de dos meses, Capriles acudió con sus abogados al Juzgado 2º de Control del Circuito Judicial Penal del AMC para apelar la medida de privación preventiva de libertad y a la salida del tribunal, sin conocer aún el pliego formal de cargos en su contra, fue detenido y trasladado a la sede de la entonces Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP), singular edificio caraqueño conocido como El Helicoide, donde permaneció preso hasta el 6 de septiembre. El alcalde pasó entonces a situación de libertad condicional a espera de juicio como imputado en seis delitos: tres en grado de autor, "quebrantamiento de principios internacionales", "violencia privada" y "violación de domicilio por parte de funcionario público"; y otros tres en grado de cómplice, "privación arbitraria de libertad", "intimidación pública" y "daños a la propiedad".
El 18 de octubre de 2004, a dos semanas de las elecciones regionales, la Sala 2 de la Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana dictaminó el sobreseimiento de la causa y la libertad plena del acusado argumentando que los delitos imputados en realidad habían sido cometidos "por terceras personas". La absolución, lejos de ser definitiva, le llegó sin embargo a Capriles a tiempo para disputar la reelección del 31 de octubre, la cual ganó con un aplastante 78,8% de los votos a su contrincante favorable a Chávez, el actor de telenovelas Simón Pestana, y respaldado por una variopinta alianza de más de 15 partidos de la oposición, en la que destacaban además de PJ el Movimiento al Socialismo (MAS), La Causa Radical (LCR) y Proyecto Venezuela (PV). Todos estos partidos venían de compartir estrategia en la Coordinadora Democrática, gran plataforma opositora que tras su fracaso en el referéndum revocatorio de agosto anterior había entrado en vías de disolución.
Apenas inició Capriles su segundo mandato municipal cuando la justicia penal volvió a la carga contra él. El 12 de mayo de 2005 la Sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ordenó reabrir el juicio contra el político en sentencia favorable al recurso de nulidad de la absolución interpuesto por el fiscal Anderson, escasos días antes de su asesinato, en noviembre de 2004. El segundo juicio a Capriles discurrió de manera tortuosa y en paralelo a una crisis interna abierta en PJ, donde un sector encabezado entre otros por Leopoldo López consiguió frustrar el deseo de Borges, Capriles y otros dirigentes de acudir a las elecciones legislativas del 4 de diciembre de 2005 a contracorriente del boicot general de la oposición. Como resultado de esta decisión, PJ perdió su representación parlamentaria (mientras que el MVR y sus aliados coparon la Asamblea) y la fractura orgánica se hizo inevitable: en febrero de 2007 el grupo de López, tras un año largo de disidencia abierta bajo el nombre de Justicia Popular, iba a abandonar el barco común para ingresar en otra formación pujante de la oposición, Un Nuevo Tiempo (UNT).
El 15 de diciembre de 2006, mientras resonaban los ecos de la triunfal reelección de Chávez frente al zuliano Manuel Rosales Guerrero (líder de UNT y candidato de la Unidad Nacional de la oposición luego de declinar sus aspiraciones un reguero de precandidatos, entre ellos Borges por los justicialistas), Capriles volvió a ser absuelto de todos los cargos, esta vez por el Tribunal 17º de Juicio del AMC. Siguiendo el destino del primero, el segundo fallo absolutorio fue a su vez anulado el 8 de mayo de 2007 por la Sala 2 de Apelaciones de Caracas, que había acogido el recurso del Ministerio Público. El afectado declaró entonces: "El problema no es solamente con Capriles. La justicia se ha convertido en un elemento para estar detrás de los que tienen una posición política diferente. En Venezuela no hay libertad de pensar".
3. De la gobernación de Miranda a la candidatura unitaria de la oposición
El 17 de octubre de 2008 el Tribunal 11 de Primera Instancia del Circuito Judicial Penal del AMC notificó a Capriles la reapertura del juicio por los sucesos de abril de 2002. La citación le llegó al político cuando ya había inscrito ante la Junta Electoral su candidatura a gobernador de Miranda para las elecciones del 23 de noviembre. El justicialista, ya apartado de sus funciones municipales en Baruta y de paso de la coordinación nacional adjunta de su partido, era el postulante de recambio de la primera opción, el ex gobernador copeyano Enrique Mendoza, inhabilitado por una decisión administrativa que PJ tachó de arbitraria.
La candidatura de Capriles recibió la adhesión de los partidos signatarios a principios de año del Acuerdo de Unidad Nacional, luego llamado Mesa de la Unidad Democrática (MUD), más la de un puñado de no signatarios, hasta sumar las 26 formaciones. Las más potentes del conglomerado, por delante de AD, COPEI, MAS, LCR y PV, eran UNT y PJ, segundo y tercer partidos del país a tenor del desglose por siglas del voto ido a Manuel Rosales en las presidenciales de 2006. Puesto que la ley no se lo prohibía, el procesado se batió libremente en las urnas con el titular que buscaba la reelección, el ex vicepresidente Cabello, miembro destacado del nuevo partido montado por Chávez, el Socialista Unido de Venezuela (PSUV). El opositor se impuso con el 53,1% de los votos. El resultado en Miranda, junto con el cosechado en la Alcaldía Metropolitana de Caracas por Antonio Ledezma Díaz, de la Alianza Bravo Pueblo (ABP), confirió nuevos ánimos a la Unidad Nacional, luego de la derrota de oficialismo en el referéndum constitucional de 2007.
El 29 de noviembre de 2008 Capriles tomó posesión al frente del Gobierno de Miranda con mandato hasta 2012 y con dos ambiciosos planes sociales bajo el brazo, Hambre Cero y Mi Vivienda. Menos de un año después, en octubre de 2009, el gobernador fue denunciado por miembros del PSUV por unos presuntos delitos de evasión fiscal y corrupción en relación con ciertos negocios empresariales de la familia de los que él era legalmente administrador. La demanda fue admitida por la Contraloría General de la República.
La apertura de este segundo frente judicial fue interpretada por el entorno de Capriles como una maniobra que buscaba su inhabilitación administrativa para optar a cargos de elección popular, sanción que venían sufriendo varias personalidades de la MUD. Tras el revés que había supuesto la victoria del oficialismo en el referéndum de febrero de 2009 sobre la supresión constitucional del límite de mandatos presidenciales de seis años (y de cualquier otro mandato electoral) a los que una persona podía optar de continuo -lo que iba a permitir a Chávez postularse por tercera vez consecutiva en 2012-, los partidos de la MUD saborearon como una cuasi victoria los resultados de las legislativas del 26 de septiembre de 2010, pues arrebataron al polo PSUV-PCV la mayoría cualificada de dos tercios y, con 5,3 millones de votos (el 47,2%), pisaron los talones al bloque chavista (el 48,1%).
, Tras estos comicios, la actividad se tornó frenética en la MUD, que inició los preparativos de las primarias de las que había de salir el candidato unitario para las presidenciales de 2012, donde se vería las caras con el hasta ahora imbatible Chávez. Se preveía una abundancia de precandidaturas y entre ellas la del gobernador de Miranda, convertido a estas alturas en uno de los dirigentes más prometedores de la oposición y en uno de los rostros más ubicuos de la política nacional. Quien se definía como un católico ferviente permanecía soltero, aunque la prensa venía adjudicándole una serie de romances, en más de un caso con rumores de matrimonio luego no confirmados, con conocidas personalidades femeninas de la vida social venezolana.
Capriles no decepcionó a sus seguidores y el 3 de mayo de 2011, durante el acto de entrega de certificados de construcción de viviendas a 800 personas en la comarca de los Valles del Tuy, reveló su decisión de presentarse a las primarias convocadas para febrero de 2012. "Quiero anunciar al país que voy a dar un paso hacia delante y yo aspiro a trabajar para que juntos construyamos una Venezuela para todos por igual. Yo no aspiro ser el presidente de un grupo, aspiro ser el presidente de todos los venezolanos, de todos los que tienen un sueño, de todos los que creen que sí se puede avanzar y progresar donde todos los que creen que esta es la mejor tierra, la tierra de Bolívar (…) Esa es la Venezuela con la que soñamos la mayoría de todos los venezolanos (...) Nosotros vamos a cerrar un ciclo y nadie puede sentir miedo", manifestó el aspirante.
El 14 de julio siguiente, dos semanas después de reconocer Chávez su intervención quirúrgica de días atrás en La Habana para tratarle un cáncer que le habían diagnosticado, el Juzgado de Sustanciación de la Sala Plena del TSJ emitió un fallo favorable a la solicitud de antejuicio de mérito solicitada contra Capriles por un militante del PSUV de Miranda sobre la base de unos supuestos de estafa a la nación con ánimo doloso y corrupción administrativa; según el denunciante, el hoy gobernador habría cometido estos delitos en su etapa de alcalde de Baruta en determinadas licitaciones públicas que, supuestamente, habían favorecido a empresas de su familia.
La reacción del acusado no se hizo esperar. En su cuenta de la red social Twitter Capriles dejó escrito que "algunos tienen miedo al futuro, a que construyamos una Venezuela para todos por igual como lo estamos haciendo en Miranda". Además, en un comunicado de prensa denunció los "trucos políticos" empleados por el Gobierno, que lo único que buscaban era "crear zozobra e incertidumbre en nuestro pueblo". "No detendrán el compromiso y el enfoque del gobernador de seguir denunciando la precaria situación de nuestro país y ofreciendo soluciones para mejorar la vida de todos los venezolanos por igual", proseguía el comunicado. Sin embargo, el 18 de julio la justicia vino a dar una inesperada palada de arena al anular el Juzgado de Sustanciación su propio fallo de cuatro días atrás. El 12 de octubre Capriles lanzó oficialmente su precampaña y el 2 de noviembre registró su precandidatura.
Durante meses los sondeos bailaron en favor de uno u otro precandidatos. Junto con Capriles, que se aseguró el respaldo de una parte sustancial de los partidos aliados y que últimamente se perfiló como el claro favorito, llegaron a las primarias de la MUD: Pablo Pérez Álvarez, el gobernador de Zulia, por UNT; María Corina Machado Parisca, diputada nacional independiente; el asimismo independiente Diego Arria Salicetti, veterano servidor gubernamental y diplomático; y Pablo Medina, antiguo partidario de Chávez, por el Movimiento Laborista (ML). Otros cinco rostros destacados de la MUD retiraron sus precandidaturas antes de expirar el plazo de inscripción: el alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, por la ABP; el ex candidato presidencial del COPEI, ex gobernador zuliano y actual dirigente del Movimiento Popular (MP) Oswaldo Álvarez Paz; el también ex candidato presidencial copeyano Eduardo Fernández; su colega de partido y actual gobernador de Táchira César Pérez Vivas; y la ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia Cecilia Sosa Gómez. Un sexto postulante, Leopoldo López, ahora al frente del partido Voluntad Popular (VP) y el segundo precandidato más potente según las encuestas, sí se inscribió en noviembre, pero el 24 de enero declinó a favor de su antiguo conmilitón justicialista.
El 12 de febrero de 2012 se midieron los cinco contrincantes en una elección primaria calificada de histórica por cuanto servía para escoger al candidato de una coalición de la oposición y porque además estaba abierta a todos los electores inscritos en el Registro Electoral Permanente, que cansaba a 18 millones de venezolanos. Con una participación, sobre la base de ese padrón, del 16,8%, Capriles fue escogido por 1,9 de los 3,1 millones de electores que acudieron a votar, en porcentaje el 64,2%. El siguiente precandidato preferido, Pablo Pérez, quien contaba con el apoyo de AD y COPEI, sólo alcanzó el 30,3%. Coronando el buen ambiente del proceso de primarias, más cordial e ilusionado que reñido, los perdedores se apresuraron a felicitar al ganador y a cerrar filas tras su candidatura.
4. El gran duelo electoral de 2012 con Chávez
(Epígrafe en preparación)
5. Segundo intento en 2013 frente a Maduro: derrota oficial por la mínima y demanda del recuento de votos
(Epígrafe en preparación)
(Cobertura informativa hasta 13/2/2012)